Halloween Love - Capítulo 1.
Halloween Love
Por: Dirk Kelly
Capítulo 1: Cuando el velo se adelgaza
Arizona - Finales de septiembre 2022.
Octubre estaba por comenzar con una brisa distinta. En las oficinas de Love Lub, la marca de condones más irreverente y sensual del mercado, el equipo creativo se reunía en torno a una mesa llena de café, bocetos y calabazas decorativas. La idea flotaba entre ellos como humo de incienso: una campaña especial para Halloween. Algo provocador, divertido, pero con un trasfondo más profundo. Algo que no solo vendiera deseo, sino que lo celebrara.
—¿Y si lo llamamos Halloween Love? —propuso Camila, la directora creativa—. Sexo, humor, disfraces, pero con un aire de ritual. Como si el deseo fuera parte de una tradición antigua.
Todos asintieron. La idea era buena. Pero faltaba algo.
—¿Quién será la cara de esto? —preguntó Mateo, el productor—. Necesitamos alguien que encarne lo físico, lo sensual, pero también lo misterioso. Alguien que parezca salido de un sueño.
Aún no sabían que ese alguien existía. Que su nombre era Arnold Vega. Que en ese mismo momento caminaba por una playa desierta en Arizona, sintiéndose más solo que nunca, a pesar de sus millones de seguidores.
Y mientras tanto, en un bosque del norte, donde la niebla se posa como un susurro, Elías Thorne caminaba entre los árboles. No era un hombre común. Era un brujo celta, nacido siglos atrás, colgado en los juicios de Salem por amar demasiado, por saber demasiado. Su esposa, Maeve, había huido embarazada, protegida por su hermana Brigid, llevando consigo el linaje que ahora vivía en paz en las montañas de Prescott.
Halloween, en su origen, no era una fiesta de disfraces. Era Samhain, el momento en que el velo entre mundos se adelgaza. Cuando los muertos caminan entre los vivos. Cuando los deseos ocultos se revelan. Cuando los cuerpos se convierten en templos y los sueños en portales.
Elías lo sabía. Por eso seguía allí, como guardián del bosque, como testigo del deseo que no muere.
Y Arnold, sin saberlo, estaba a punto de cruzar ese velo.
La campaña Halloween Love comenzaría el 1 de octubre.
Pero su historia…
Su historia había comenzado mucho antes.
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El sol aún no había tocado el horizonte cuando Arnold Vega abrió los ojos en la habitación 7 del motel La Sirena y El Diablo, en el litoral desértico de Arizona. La sábana blanca apenas cubría su cuerpo desnudo, y el aire salado del mar cercano se colaba por la ventana entreabierta. Afuera, el desierto parecía dormido, pero el cielo ya comenzaba a encenderse con tonos de cobre y lavanda.
Arnold se incorporó lentamente, dejando que la luz revelara la arquitectura de su cuerpo: hombros amplios, espalda tallada, abdomen firme como piedra pulida. Su cabello claro caía con descuido sobre la frente, y sus ojos, aún somnolientos, tenían ese azul profundo que parecía contener secretos. Era un hombre acostumbrado a ser visto, deseado, seguido. Influencer de Instagram, entrenador personal, atleta de fisicoculturismo, su vida era una coreografía de rutinas, cámaras y cuerpos perfectos.
El fin de semana lo había pasado ahí, en ese motel de playa que promocionaba con cariño. Ramona y Colt, los dueños, eran amigos suyos desde hacía años. No estaban en el lugar, andaban de vacaciones en Nueva York, pero su presencia se sentía en cada detalle del lugar: los espejos antiguos, las cortinas de lino, la decoracion estilo tex-mex del vestibulo, el café fuerte que siempre esperaba en la recepción.
Su celular vibró y sonó con un ringtone de Lana del Rey. Un mensaje de Leo, su representante:
“Confirmado: Love Lub quiere que seas el rostro de su campaña de Halloween. Proyecto sensual, divertido, provocador. Ropa mínima. Locación: un resort de cabañas en Prescott. Producción del 1 al 10 de octubre y el resto del mes seguirán ahí. Empieza a preparar el cuerpo y la actitud. Esto va a ser grande.”
Arnold sonrió. No por vanidad, sino por curiosidad. La marca Love Lub, conocida por sus condones de diseño y sus campañas irreverentes, quería que él fuera el protagonista de Halloween Love, una serie de fotos y videos que saldrían entre el 1 y el 31 de octubre. El concepto: un entrenador sexy, disfrazado con guiños a Halloween, en situaciones sugerentes y cómicas. Todo con un aire sensual, pero accesible. Deseo sexual con sonrisa.
La producción se haría en un resort de cabañas en los bosques del norte, cerca de Prescott. Arnold ya había estado por esa zona, pero nunca en ese lugar. Leo le dijo que el resort tenía historia, que los dueños eran descendientes de colonos antiguos, y que el ambiente era perfecto para lo que buscaban: madera, niebla, hojas secas, misterio.
Arnold se duchó, se vistió con ropa ligera, y salió a caminar por la playa. El viento le acariciaba el torso, y el sol comenzaba a pintar su piel con tonos dorados. Se sentía bien. Fuerte. Listo.
Pero esa noche, en la habitación 7, algo cambió.
El sueño comenzó como una pesadilla. Un hombre vestido como peregrino, con sombrero negro y mirada penetrante, lo observaba desde la esquina de una cabaña. Arnold intentaba moverse, pero el cuerpo no respondía. El peregrino se acercaba, lentamente, y sus manos, aunque cubiertas por guantes, parecían emitir calor.
El sueño se volvió erótico. El peregrino lo tocaba sin tocarlo. Lo deseaba sin palabras. Arnold sentía placer, pero también miedo. Y luego, todo se disolvía en un éxtasis silencioso, como si el cuerpo se deshiciera en oleadas de placer carnal y luz.
Al despertar, Arnold estaba sudando. El corazón le latía con fuerza. Pero no había angustia. Había deseo. Y algo más: una certeza nueva. Algo dentro de él se había abierto. Algo que no tenía nombre, pero que lo hacía sentir más completo. Más radiante. Ese dia partió al resort de cabañas en los bosques del norte.
Los días siguientes, ya en el resort, mientras el equipo de Love Lub comenzaba la producción, todos notaron algo distinto en él. Su carisma era más intenso. Su mirada más profunda. Su cuerpo, aunque el mismo, parecía vibrar con una energía nueva.
Las fotos salían perfectas. Los videos, magnéticos. Arnold no actuaba. Solo era.
Y en las noches, el brujo con apariencia de peregrino volvía. Pero ya no solo como pesadilla. Ahora como amante. Como guía. Como revelación.
Para Arnold las noches en el resort de cabañas eran de pesadillas eróticas vueltas éxtasis, aun más intensamente que aquella primera vez en el motel de la playa. Y los dias eran de producción publicitaria mediática exitosa.
Y al caer la tarde, cuando el viento se colaba entre las persianas y el lago reflejaba un sol agonizante, Arnold empezaba a sentir que el peregrino lo observaba desde el camino, dentro de la cabaña. Y esa sensación, inquietantemente dulce, era lo único que lo mantenía deseando que llegara la noche otra vez.
Continuará...

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